28 de marzo de 2025
Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.»
San Baldomero era un maestro de forja en la aldea de Ouvar, cerca de Lyon (+660), cada vez que iba a comenzar su jornada de trabajo decía: “¡En el nombre del Señor!”. A los que trabajaban a sus órdenes les decía: “Comencemos nuestra tarea en el nombre del Señor”, y al terminar les decía: “Hemos terminado a Dios gracias”. El Abad Vivencio le llevó a un convento cerca de Ouvas donde pasó sus últimos años con bondad y humildad de corazón. Y nosotros debemos preguntarnos:
- ¿Por qué y por quién hacemos lo que hacemos?
- ¿Qué buscamos conseguir al hacer lo que hacemos?
- ¿Trabajamos para vivir, o vivimos para trabajar?
- ¿Vamos al trabajo como un castigo?
Quien engarza oración y trabajo, no trabajará en balde.
"No llevo tanta prisa."
Un párroco nos relata el siguiente suceso, muy digno de ser contado: Una muchacha joven visitaba a una amiga suya, y al anunciarle ésta que aquel día cumplió el precepto pascual, le contestó: "Yo no llevo tanta prisa: no cumpliré hasta el año que viene." A las pocas horas, moría la jovencita que había dicho estas palabras. Regresando a su casa fue atropellada por un tren. He aquí un aviso para los que obran con ligereza en el cumplimiento de sus deberes; nunca debían olvidar aquellas palabras de Jesucristo: "Sed vigilantes, porque no sabéis el día ni la hora."
Comentarios