23 de mayo de 2025 La muerte de Arrio
Jn 15,12-17. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
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“Queremos ver al Padre. Hemos conocido al Hijo, hemos visto a Dios con rostro humano; era un cielo en la tierra.
Constantino el Grande, puso fin a las persecuciones de los cristianos y publicó el edicto dado en Milán en 313. Entonces surgió la herejía de Arrio, sacerdote de Alejandría, que decía que Cristo no era verdadero Dios, sino tan sólo criatura de Dios.
Se unieron al hereje sacerdotes y obispos. El Concilio de Nicea del año 425, contó con 318 Obispos, en presencia del Emperador Constantino. Defendieron la divinidad de Jesucristo, y establecieron como dogma de fe que Jesucristo tenía la misma naturaleza que el Padre, o que, según sus palabras, era consubstancial al Padre. Como Arrio no quiso someterse al Concilio, fue relegado al destierro por el emperador; pero mucho tiempo después, bajo el emperador sucesor de Constantino, que era favorable a los arrianos, consiguió el permiso de regresar del destierro. Mientras sus seguidores querían conducirle en triunfo por las calles de Constantinopla a la iglesia principal de la ciudad, Arrio palideció, se sintió enfermo y quiso retirarse un rato.
Tardando mucho en regresar, corrieron sus seguidores a darle prisa, pero le hallaron derribado en tierra y ya cadáver, con los intestinos fuera del cuerpo, lo mismo que el traidor Judas. Esta horrible muerte de Arrio fue atribuida por todos a castigo de Dios, menos por los arrianos, que quisieron explicarla por las artes mágicas de sus adversarios. Debemos creer firmemente que Jesucristo es el verdadero Hijo de Dios.
¿Crees firmemente que Cristo es igual a Dios?
¿Alimentas tu fe o tus dudas?
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