17 de noviembre de 2025
Un matrimonio iba por la calle distraído, el conductor de una furgoneta tuvo que frenar brúscamente para no atropellarlos. Bajó de la furgoneta y comenzó a gritar e insultar...
El marido pidió perdón, pero el conductor seguía furioso.
Entonces el marido se acercó al conductor y con cara de asombro y admiración le empezó a decir: ¡Qué voz tan armoniosa! ¡Qué voz! Tenía que haber sido cantante o recitador de poemas. ¡Dios mío, qué voz tan agradable!
El conductor, sorprendido, fue aminorando los insultos empezó a decirle al marido: “Usted es un loco o se está burlando de mí”
El marido alargó la mano para despedirse al tiempo que decía: “¡Doy gracias a los dioses que me han otorgado escuchar una voz tan plácida a mis oídos!”
Y es que a veces, cuando lo habitual no funciona, hay que lograr captar la atención del otro con sorpresa, y a ser posible con una sonrisa.
¿Somos sonrisa de Dios para los demás? ¿Sorprendemos para bien? ¿Ayudamos a ver las cosas de manera distinta, a romper "nuestras neuras"?
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